Sé que la radio suena, aunque no puedo escucharla. Recuerdo haber puesto un disco, de 30 Seconds to Mars, tal vez es mi tema favorito el que corre, The Kill.
-You say you wanted more... –
A veces es más fácil fingir lo que se siente algo a mostrar que realmente no se siente.
¿Qué será lo que nos mueve?
¿Nos movemos siquiera?
-what are you waiting for?...-
Quizás simplemente nos hallamos eternamente estáticos, siempre aspirando despacio, con temor a exhalar demasiado rápido y quedarnos sin aire o explotar por el esfuerzo.
¿Será que flotamos o simplemente aún no terminamos de caer?
Una mosca vuela a lo largo de la habitación; la luz del la ciudad de noche entra cálida y asfixiante por el ventanal y soy capaz de distinguir las motas de polvo que flotan en el aire, a través de los reflejos. La oscuridad y el frío de mi interior contrasta con este brillo cegador de los neones y el calor sofocante del pavimento.
Tras un último espasmo, tu cuerpo se queda absolutamente quieto, mientras los perfectos rasgos de tu cara palidecen. Te quedaste ahí, tirada sobre el sillón, muda y ciega, como una marioneta que algún niño despreocupado arrojó desechándola. Yo sólo soy capaz de mirarte.
-I try to be someone else, but nothing seemed to change...-
La radio sigue sonando y por fin recupero la consciencia. Con un escalofrío vuelvo a recordar el desprecio de tus ojos al besarme. La música suena y es un cable a tierra, un soplo de aire entre esta putrefacción, ayudándome a sentir mi cuerpo nuevamente y recuperar mis sentidos.
- I know now, this is who I really am...-
Tu sangre se escurre desde el sillón hacia el piso, desparramándose por las tablas. La mosca se posa finalmente sobre tu cara, acercándose a tus rojos labios, indiferente a todo. Nuestras fotos yacen esparcidas por el suelo, rotas y manchadas de carmesí; hacen juego con tu cadáver y tus vísceras, que reposan bajo la mesa y sobre el sofá.
Fue tan sencillo asesinarnos.
Olvidarnos.
Sepultarnos el uno al otro bajo cuatro metros de indiferencia, egoísmo y resentimiento.
Una corona de autocompasión para los dos.
Lágrimas imposibles, porque los cadáveres no lloran.
- You’re killing me, killing me... All I wanted was you...-
Muertos los dos, tú sobre el sillón, yo en pie mirándote. ¿Quién crees que se lleva la mejor parte?
Quisiera tanto que pudieras contestarme, que te levantaras y que por una vez fueras sincera y me clavaras el cuchillo de cocina en el pecho, que por fin tus manos y tus ojos sean coherentes y honestos conmigo; que por fin te pudieras vaciar de esta maldita hipocresía que nos devoró las entrañas noche a noche.
-Come, break me down... bury me, bury me...-
Tu cuerpo abierto en canal, flácido y destrozado me parece más sincero que cualquier “te amo” que me hayas dicho antes. Nos vaciamos para llenarnos de amargura. Se acabó todo y me importa un carajo limpiar tus restos o los míos. El vuelo de la mosca es poesía en movimiento, nada parece tener mayor sentido y profundidad que sus ondulaciones.
- what are you waiting for?-
Dejo atrás tu rostro y el balcón me recibe con un suave viento, que seca mis lágrimas y las convierte en sal. En la muerte se abre el nacimiento, lo finito que inaugura lo infinito. Miro hacia abajo y veo a la gente, que sigue su vida feliz e indiferente, sin poder apreciar la belleza del vuelo de la mosca. Dichosos en la amarga tranquilidad de sus angustias y sólo quiero
- what if I?-
empezar
- what if I?-
de cero
- what if I?-
Caigo.
No hay comentarios:
Publicar un comentario