05 Mayo 2009 - 16ºº
I. No hay mayor Belleza que la de la Caída, eso bien lo saben los propios ángeles
Y cuando abren sus alas ríen, pues son los sentidos y los sentimientos
Los que instruyen al Espíritu y fortalecen el Alma y el Cuerpo.
Así es como pueden olvidar esta amargura y encontrar
El pulso y la respiración de Dios.
II. Cada sombra, grito y silencio, cada espasmo y contracción de dolor
Se lleva algo más de mí y de esta forma de cenizas y agua.
No puedo creerme y por eso recurro a mi piel y a mis sensaciones;
Quizás esto sea el Infierno, quizás no
Difícil pregunta e imposible respuesta
III. Talvez estoy aquí y allá, en todo tiempo y lugar.
El peor de los Infiernos es la certeza de no amar ni ser amado
Ése es el verdadero vacío, la nada más profunda y ajena a lo humano
Círculo y ausencia eternos.
Cielo e Infierno sólo son niveles de consciencia.
IV. por eso el Espíritu corre al encuentro de la carne
Y encuentra en ella su expresión, su religión y su Moral.
Por eso los sentidos palpitan con su propia espiritualidad
Y nos entregan su propio Evangelio de caricias, dolores, orgasmos y bofetadas;
Odio y amor unidos por una misma Carne y una misma Sangre
Para ungirse así de Divinidad.
I. No hay mayor Belleza que la de la Caída, eso bien lo saben los propios ángeles
Y cuando abren sus alas ríen, pues son los sentidos y los sentimientos
Los que instruyen al Espíritu y fortalecen el Alma y el Cuerpo.
Así es como pueden olvidar esta amargura y encontrar
El pulso y la respiración de Dios.
II. Cada sombra, grito y silencio, cada espasmo y contracción de dolor
Se lleva algo más de mí y de esta forma de cenizas y agua.
No puedo creerme y por eso recurro a mi piel y a mis sensaciones;
Quizás esto sea el Infierno, quizás no
Difícil pregunta e imposible respuesta
III. Talvez estoy aquí y allá, en todo tiempo y lugar.
El peor de los Infiernos es la certeza de no amar ni ser amado
Ése es el verdadero vacío, la nada más profunda y ajena a lo humano
Círculo y ausencia eternos.
Cielo e Infierno sólo son niveles de consciencia.
IV. por eso el Espíritu corre al encuentro de la carne
Y encuentra en ella su expresión, su religión y su Moral.
Por eso los sentidos palpitan con su propia espiritualidad
Y nos entregan su propio Evangelio de caricias, dolores, orgasmos y bofetadas;
Odio y amor unidos por una misma Carne y una misma Sangre
Para ungirse así de Divinidad.