Esta es una de las leyendas mapuches más conocidas, hoy la recordé y quiero contarla ahora.
Es la Leyende de Tren- Tren y Kai- Kai. Para la cosmología mapuche, el hombre, desde el comienzo de sus tiempos, convivía con la naturaleza y la madre tierra le daba sus frutos, pero también debía lidiar con numerosas fuerzas naturales desconocidas y más o menos incomprensibles para él, las cuales se desataban entre el cielo y la tierra.
En el fondo, la concepción mapuche de tiempo, espacio y vida no es de tres niveles separados, sino una continuidad única dónde lo que domina es la renovación constante. De esta manera, la naturaleza misma es cíclica, sin verdaderos cambios, sino más bien una constante renovación, ajena al tiempo lineal occidental.
Esto es parte fundamental de la creencia mapuche, es decir, la dualidad del bien y el mal, el circulo vital como eje dominante, que se inicia con la vida al nacer y el retorno a la madre tierra (Pachamama) al morir. A modo de ejemplo, uno de los simbolos sagrados mapuches son dos serpientes entrelazadas en un cículo, cogiendose las colas entre sí. Esa es precisamente la historia que te voy a contar:
"Los mapuches, la gente de la tierra, vivían del piñón, en paz con los ancestros y la Pachamama. En el mar, una Gran Serpiente, Kai -Kai, odiaba a los hombres y todo lo que construían, mientras que su hermana Tren- Tren, que vivía en la montaña, amaba a los hombres y les quería bien.
"Los mapuches, la gente de la tierra, vivían del piñón, en paz con los ancestros y la Pachamama. En el mar, una Gran Serpiente, Kai -Kai, odiaba a los hombres y todo lo que construían, mientras que su hermana Tren- Tren, que vivía en la montaña, amaba a los hombres y les quería bien.
Las aguas obedecían las órdenes de Kai- Kai y comenzaron a cubrir la tierra... los humanos, aterrados, comenzaron a huir hacía las montañas, pero la gran mayoría se retrasaban, no queriendo desprenderse de sus bienes materiales. Muchas mujeres cargaban no sólo con sus hijos, sino también la piedra de moler, los sacos de grano e incluso los telares, muchos hombres no eran capaces de dejar sus trofeos de guerra, ni sus botas de vino... y poco a poco fueron alcanzados por las aguas negras de la Gran Sepiente.
Tren Trén, al ver el odio de su hermana, lloró e hizo crecer las montañas, que son sus espaldas, para ayudar a los mapuches a escapar... Finalmente, sólo dos familias se salvaron, en la punta de la última montaña, sobre un árbol. Entonces, con el frío y la humedad calándoles, Tren Trén les aconsejó "ofreced uno de vuestros hijos a Kai- Kai y entonces se calmará". Con lágrimas en los ojos, ambas familias así lo hicieron y las aguas se calmaron y comenzaron a bajar.
Con los pocos utensilios que quedaban, lentamente comenzaron a repoblar la tierra, naciendo así los actuales mapuches, que jamás olvidaron el amor y la ayuda que Tren -Trén les dió, por eso honran a la Pachamama y le ofrecen lo que más aman."
Cómo puede apreciarse, esta historia es el fiel reflejo del Diluvio universal, presente en todos los pueblos del mundo en mayor o menor medida. Sin embargo, una de las cosas más bellas de la narrativa mapuche, a mi parecer, tiene que ver con que cada leyenda tiene una o varias moralejas, por asi decir, de manera que gran parte del saber y de la trasminsión de valores y formación espiritual y moral se realiza a través precisamente de las narraciones.
En este caso, posibles enseñanzas rescatables de este mito son: la importancia del respeto por la tierra, el desapego de lo material por sobre lo espiritual y el sacrificio y el dolor como parte de la vida humana, aceptar que el dolor y las pérdidas también como una parte del ciclo de la vida. Por esto, para que la semilla de un pueblo germine y de fruto, siempre habrá parte de su gente que entregará parte de lo que ama por su pueblo. Creencia que por otra parte es muy similar a la ley de los estados equivalentes de la alquimia y de la actual química y física.
Espero haya sido de su gusto esta historia, otro día contaré otra.